viernes, 24 de enero de 2014

Para presentarme...


    Me llamo David Luis. Desde hace años hago canciones y las canto con la guitarra. Si las canciones no sirven para cambiar el mundo, estoy convencido de que sí que sirven, al menos, para remover la emoción y el sentimiento en el individuo. Cuando me escuchan dicen que soy cantautor, lo cual me parece más interesante que cualquier cosa que yo diga al respecto, así que prefiero seguir cantando…
    A veces me gusta encerrarme para escribir, tocar, estudiar, experimentar y grabar; pero otras, salir a cantarle a la gente y cantar con ellos: con oyentes o con músicos amigos; otras veces escucho. Todo esto sucede en cafés, auditorios, la calle, casas, colegios,…
    Otras veces escucho la radio, y discos, antiguos o nuevos… Mi familia y amigos, quienes primero me escuchan, saben que quise ser músico desde un álbum de Mecano, de quienes aprendí a cantar sobre distintas cosas y a asomarme a diferentes estilos. De ahí nacieron las primeras canciones, y de éstas, las siguientes… Como decía, escucho discos… de esto o de lo otro, de cerca y de lejos, pero una vez el sonido llega hasta mí, se acortan las distancias.
    A veces leo algo de poesía; creo que viene al caso decirlo porque las canciones también se hacen con palabras, que son sonido, y porque a veces pongo música a poemas de otros; o pongo música donde no oigo las palabras.
   Os contaba todo esto para presentarme porque me parece entretenido, estimulante, emocionante,…
 David Luis.
Alicante, 24 de enero de 2014.

miércoles, 1 de enero de 2014

Concierto de Año Nuevo.

      A medio día he estado escuchando y viendo con admiración el final del Concierto de Año Nuevo en Viena, dirigido por Daniel Barenboim. Pero yo de pequeño era tan ignorante (más aún que ahora) que no entendía bien la función del director de orquesta, viendo que otras formaciones musicales se “apañaban” sin él. No podía entender aún que el director se expresaba a través de un enorme instrumento.
 
        Más mayor, interesado por las posibilidades de la música electrónica, me dejaba fascinar -ya desde mi teclado Casio- por la imitación de los instrumentos reales a través de un teclado o de un ordenador; ahora, aunque siempre atraído por cualquier recurso para hacer música, lo veo desde otro ángulo: me fascina la “aparatosidad” de una orquesta, todo lo que se hacía con ellas antes de la informática musical y el compromiso mental, emocional y físico que hacen los músicos y su director; es como si éste fuera el capitán de un navío enorme y diera forma y fondo a un oleaje de sonidos, buscando una suerte de perfección que, afortunadamente, es imposible. Esa parte misteriosa e impredecible de la música y de la vida es también la que me apasiona. La búsqueda del ideal, en una dirección o varias, encuentra en el viaje imperfecciones que lo hacen cada vez más bello.